sábado, 22 de octubre de 2011

La banalización de la Masacre

Este texto tiene ideas muy interesantes entre esas rescato que la mayorías de las personas y los gobiernos  piensan en una paz que es idílica, una paz en la que la sociedad es homogénea y no hay conflictos, esta paz ignora las realidades del ordenamiento social que se ha descompuesto y que es muy diverso.

El texto pone de manifiesto el tema de la justicia transicional  que está inscrita en el proyecto de justicia y paz del gobierno colombiano, la cual crea tensión y hace tambalear la paz, ya que las comunidades que han sufrido mucho a causa de actores armados legales o ilegales, son incitadas al perdón y olvido, a la reparación simbólica y a una falta de justicia que promueve la impunidad y la insatisfacción de las personas  ahondando en la desconfianza y las represalias privadas, lo que alimenta el circulo  ene l que la desmovilización no es un hecho también por miedo eso.

El autor Angulo habla que la Ética es el vínculo que puede unir la justicia con la paz, pero esta paz en Colombia  solo parece posible a través de la victoria militar.
Otro aspecto muy importante es el del exterminio sistemático o de las masacres que dan cuenta de una planificación  en la muerte de otros seres humanos como una estrategia exterminadora que sigue un itinerario para  alcanzar intereses particulares y convicciones. Este tipo de delitos endiosa a quien los comete porque tiene el poder de decidir quien vive y quien muere, además funciona como escarmiento y sanción lo que no da paso a la oposion. Lo peor de estas acciones tiene que ver con los intereses personales que persigue que la justifica.
Pero estos intereses están atravesados al parecer por una competitividad perturbante, y tiene que ver con que la tortura generada por diferentes acciones que  funciona como un indicador de las acciones guerrilleras, paramilitares y estatales que generan sufrimiento dolor,  que son hechas con brutalidad  y son una forma de competir con los otros actores por ver quién genera mayor impacto.
El autor dice que los autores que perpetúan estas acciones violentas sufren de una degradación moral que acaba con las personas y con las posibilidades de ser persona, porque muestran su falta de reflexión, de solidaridad y de conmoverse ante el dolor ajeno, lo que lleva a anular la sensibilidad moral. Y así la moral se reemplaza por las órdenes de unos cuantos, es dejada en manos de otros y se elimina la responsabilidad ante los hechos.

Un aspecto importante que mención el autor es el leguaje como un mecanismo que evita la reflexión, se convierte en un continuo impulso para ejecutar acciones inmediatamente y en una manera de eliminar cualquier premeditación. Así el exterminio puede ser efectivo.

Lo anterior deja ver que para participar en la guerra se debe condicionar la conciencia, controlarla y apagarla. Ello se hace quitándole la dignidad, el valor y validez al enemigo, ésta es una forma de socializar el odio, esa es la nueva virtud de  esta sociedad enferma que ha olvidado la compasión y la solidaridad. La forma de hacerlo es a través del discurso de la destrucción.
Alguien capaz de exterminar metódicamente a otra persona no está loco, está fuera de sí, es indiferente  a razones y hechos, es como lo mencionaba él autor un idiota moral  alguien que es apático con las personas y esta medio adormecido con la realidad de los otros. Este tipo de personas también se ven en el ejercito, los casos característicos de esto tiene que ver con los falsos positivos, en los que primaban las cifras y las recompensas por las bajas.
Esa falta de conciencia de la realidad, de no condenar esos hechos tan atroces, ese adormecimiento, ese no querer ver, tiene que ver con la negación y la naturalización de la violencia que también posee la sociedad.
La reflexión de autor va hacia la apuesta por una reforma ética comprometida en la que no puede haber parcialidades  e inconexiones con nuestra condición de seres humanos, con nuestra debilidad. Para que una reforma ética sea efectiva debe haber unión entre los diferentes ámbitos del hombre en los que pueden ser aplicados dicha ética. Plantear una reforma ética es plantear un convenio para una convivencia en el que se ejerzan los derechos y se cumplan las responsabilidades. Para lo anterior se necesita un pacto social que no se limita al Estado o gobierno y llama a nuestra capacidad de acción y regeneración social.

Un punto interesante que se toca es sobre la ecología de la acción, con la que se entiende que todas las acciones impactan a los otros y producen nuevas acciones que me impactaran también, pero su resultado es imprevisible. Lo que el autor señala es que en Colombia no hemos sido capaces de preveer las consecuencias de las decisiones y acciones que se toman, con esto se nos hace un llamado a la precaución.  Pero esta precaución está ligada a la incertidumbre que en parte se puede solucionar viendo hacia el pasado, hacia la historia de la humanidad.

Para finalizar, me gustaría rescatar que el autor habla de la necesidad de una metamorfosis social en la que como sociedad dejemos de vivir en la codicia alimentada por el narcotráfico y el clientelismo. Debemos  admitir que los otros son dignos de respeto, debemos respetar los derechos humanos, cumplir con responsabilidad las responsabilidades del ser ciudadanos debemos dejar de ser egocéntricos para compartir el altruismo y la gratuidad. Esas son dos de las ideas claves y con las que estoy completamente de acuerdo para lograr una convivencia pacífica, humana y sana.

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