lunes, 12 de septiembre de 2011

DE ROJAS PINILLA AL FRENTE NACIONAL

En concordancia con lo anterior, cabe destacar que lo sucedido en el periodo de Gobierno de Gustavo Rojas Pinilla y la decisión de crear el Frente Nacional que repartiera “equitativamente” y de manera pacífica el poder entre los partidos tradicionales: Liberales y Conservadores, tiene ciertos matices que nos hablan de la construcción histórica que ha tenido nuestra cultura política.
En primer lugar, debe tenerse en cuenta el significado de lo que podríamos denominar “caudillismo”, lo cual en nuestro contexto puede ser entendido como la búsqueda de cambio social y cultural a través de un personaje político en quien se depositan todas las esperanzas del pueblo para resolver distintas situaciones que le generan malestar, esto seguido necesariamente de la decepción de éste mismo pueblo que por diversas circunstancias termina manteniendo aquello que quería transformar.
Con ciertos matices, esto fue lo sucedido con el gobierno de Gustavo Rojas Pinilla, en la cual los distintos actores sociales y armados en conflicto pudieron vislumbrar salidas de corte jurídico, desde la propuesta de la amnistía que ofreció, la reforma agraria que puso en marcha y el desarrollo del País en términos de infraestructura.
En consecuencia, parece también que tendemos a repetir la historia de mostrar ante la opinión pública un progreso que lleva de manera irrefutable hacia el cambio anhelado, aun cuando los hechos de violencia física, los abusos de fuerza por parte de los agentes del estado (como lo sucedido en el Sumapaz), entre otros fenómenos de vulneración de derechos fundamentales de las personas, puedan afirmar lo contrario.
Así, desde esta época se viene privilegiando el manejo de la opinión pública de manera que se hagan invisibles dichos hechos ante la opinión pública, así como las diferentes formas de resistencia que se utilizan para hacerle frente.
Lo anterior abona el terreno para que en medio de situaciones que el pueblo lee como esperanzadoras, se geste la violencia nuevamente. En el caso específico de éste momento de la historia colombiana se convirtió en el caldo de cultivo de la violencia bipartidista que seguía íntimamente unida con la cultura política del país.
En consecuencia, se derroca al líder que a todas luces ya no satisfizo las esperanzas que el pueblo había depositado en él, y se da el fenómeno del frente nacional. Este, si bien puede ser considerado como un avance en términos de reconocer y validar al otro (partido) como tal, acentuó la bipolaridad de una cultura que hasta ahora empieza a hacerse consciente de la necesidad de deconstruír esta forma de funcionar que para nada ha ayudado en el progreso de la sociedad y la cultura colombiana.

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